martes, 15 de febrero de 2011

CAMILO TORRES RESTREPO, VIGENCIA REVOLUCIONARIA

CAMILO SIGUE JUNTO AL PUEBLO.

ENTREVISTA A NICOLAS RODRIGUEZ PRIMER RESPONSABLE DEL ELN



Revista Insurrección 255
lunes, 14 de febrero de 2011

El Sistema Informativo Patria Libre (SINPAL), entrevistó al primer comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, en este mes de febrero de 2011, a propósito del aniversario de las pérdidas de los comandantes Camilo Torres Restrepo, Manuel Pérez Martínez y Oscar Santos:

Comandante Nicolás, este 15 de febrero de 2011 conmemoramos el 45 aniversario de la muerte del sacerdote, dirigente popular y comandante guerrillero, Camilo Torres Restrepo; en ese entonces, usted era un joven guerrillero, cuando Camilo subió a las montañas de Santander y se hizo guerrillero en octubre de 1965, ¿cómo lo impactó aquel suceso y qué puede decirnos hoy, de esta figura legendaria para el proceso popular y revolucionario?

Comenzando 1965, Camilo subió a la montaña y habló toda una noche con Fabio y Manuel Vásquez Castaño, por esos días me enteré, que aquel hombre, alto blanco y de ojos azules, era el sacerdote Camilo Torres, del que hablaban las noticias, por sus conflictos con la jerarquía eclesiástica.

Recuerdo su amabilidad, su entusiasmo y sencillez y al despedirse nos dijo a todos, fundido en un abrazo de afecto, “pronto estaré con ustedes para que me enseñen el arte guerrillero”.

Luego seguimos escuchando las noticias sobre sus giras por todo el país y de su periódico el Frente Unido llegaron a la guerrilla unos cuantos números. Camilo se fue haciendo leyenda como ídolo popular, hasta que un buen día de Octubre lo vi llegar a nuestro campamento, ubicado en las montañas que separan al municipio de San Vicente con el de Barrancabermeja, en Santander.

La llegada de Camilo, fue todo un acontecimiento y una sorpresa que yo resumiría así: para mí y para casi todos mis compañeros guerrilleros, era normal que un cura, hiciera confesiones, bautizos y celebrara la misa, pero no que se hiciera guerrillero y se involucrara en una guerra; esta ruptura, es lo que convierte a Camilo en símbolo, en leyenda y en guía que le llega al sentimiento popular de una manera llana, horizontal, transparente y auténtica, como corresponde a un verdadero dirigente.

Hoy ha transcurrido casi medio siglo, la juventud que impactó Camilo, no es la de hoy; Colombia no es el país rural que recorrió Camilo, el mundo de hoy ha cambiado notoriamente, alcanzando el modelo capitalista altos niveles en sus métodos de depredación, explotación y dominación.

Camilo le pidió una dispensa al cardenal Concha Córdoba, para hacerse dirigente popular y guerrillero. Las causas por las que Camilo se hizo revolucionario, siguen aquí presentes, metidas en la realidad social, permanecen en las rendijas de los años, en la violencia retrógrada del sistema capitalista colombiano, en el despojo del campesino por reclamar dignidad, del estudiante por pretender una educación auténtica, del defensor de los Derechos Humanos por luchar por un Estado de Derecho, del guerrillero por soñar como Camilo en un mundo de justicia, de cualquier luchador social por discrepar del régimen existente o del indio y el negro por empeñarse en resistir.

Esto es lo que hace que hoy Camilo siga recorriendo las montañas, ciudades, barriadas populares del país y el continente.

Camilo abrió una brecha liberadora, con una manera singular de religiosidad popular, que no han podido borrar ni borrarán las jerarquías católicas que lo condenaron, lo censuraron y lo contradijeron, sencillamente porque Camilo es realidad social presente en el tiempo y en las nuevas generaciones, que siguen en busca de los ideales, por los que se inmoló como parte del sacrificio que pagan los pueblos por alcanzar la justicia y equidad social, la democracia y la autodeterminación.

Camilo es presente y es futuro, es hoy huracán liberador y símbolo, para las mayorías del pueblo colombiano que es cristiano y para todos los que luchamos por un futuro cierto y de realizaciones para todas y todos los colombianos y latinoamericanos.

Comandante Nicolás, usted tuvo la maravillosa oportunidad de convivir y conducir al ELN, al lado del Comandante Manuel Pérez, otro sacerdote que siendo español, dedicó buena parte de su vida a la lucha revolucionaria en Colombia y murió en las filas del ELN, ¿qué nos puede comentar de esa experiencia?

Era 1969, yo me encontraba en el municipio de Maceo en Antioquia, bajo el mando del comandante Manuel Vázquez Castaño y en una de las tantas noches que cumplía mi turno como operador de radiocomunicaciones, recibí un largo mensaje que copie cuidadosamente.

En la mañana siguiente, muy temprano informé al comandante la recepción del mensaje y procedí a quitarle sus sistemas de claves, para saber su verdadero contenido. Allí se precisaba la manera cómo debían recogerse en Bogotá a tres sacerdotes internacionalistas españoles, Manuel Pérez Martínez, Domingo Laín Sanz y José Antonio Jiménez Comín.

De inmediato Manuel despachó una comisión, a buscar al comandante Fabio, que se encontraba por la región de Yondó, Antioquia. Fueron 10 días de caminata de los muchachos, cruzando una espesa selva para llevarle el mensaje a Fabio, quien despachó de inmediato al compañero Rómulo Carvalho, un estudiante universitario antioqueño que recién se había incorporado a la guerrilla.

Rómulo fue interceptado por la inteligencia militar en Bogotá, donde fue brutalmente torturado y asesinado, pero murió guardando el secreto del sitio y mecanismos para contactar a los sacerdotes internacionalistas, a quienes cada día se les agotaba el tiempo cumpliendo tales citas. Otro enlace fue a cumplirles y pronto los sacerdotes llegaron a la guerrilla ubicada en alguna región cercana a Barrancabermeja.

Un año largo después, conocí a Manuel y Domingo, pues su compañero José Antonio, ya había muerto de un paro respiratorio en una travesía guerrillera.

Terminando 1973, finalizando la operación contrainsurgente de Anorí, pude compartir con Manuel cinco meses; él venía de vivir una verdadera odisea al quedarse solo, luego de un asalto del ejército gubernamental a su campamento guerrillero y para contactarse con otra de nuestras guerrillas, debió cruzar la selva de la Serranía de San Lucas, desde el corregimiento de Puerto Claver, sobre el río Nechí en Antioquia, hasta el municipio de San Pablo, a orillas del río Magdalena; esta distancia es más de 100 kilómetros por elevación, que debe multiplicarse por cuatro en marchas guerrilleras y más en el caso de Manuel, que no conocía bien los peligros de la selva. Cuando terminó la travesía, estaba muy delgado y con varias heridas en sus piernas, fruto de aquella aventura, sorteada exitosamente con su coraje, convicciones y mucha seguridad de sí mismo, pues a lo largo de esa selva no había pobladores y Manuel caminó solo por más de 30 días.

Los duros momentos del ELN desde 1973 a 1978, estuvimos en estructuras guerrilleras diferentes y nos encontramos desde 1978, para permanecer juntos en la conducción del ELN hasta 1998, cuando se produce su deceso.

Manuel fue un hombre de gran sensibilidad humana y profundas convicciones revolucionarias, su amor a los desposeídos era infinito, pienso que amó profundamente a su prójimo como auténtico cristiano y estuvo dispuesto a hacer todo lo necesario para cumplir con ello. Para seguir los pasos de Camilo, llegó a América y luego a Colombia para entregar aquí su juventud y su vida.

El ELN lo eligió como su máximo conductor, por dos razones básicamente, su identidad con los lineamientos políticos del ELN y por la confianza absoluta en su fidelidad y compromiso con la causa popular; sobre estas dos bases, él y yo hicimos equipo con el resto de miembros de la conducción nacional y supimos superar los escollos propios de la lucha revolucionaria.

Manuel era incansable, intrépido y de mucha seguridad en sí mismo, a la vez que sabía confiar en los cuadros bajo su conducción; era muy exigente y trabajador. Podemos decir que un defecto como ser humano y conductor, lo expresaba al ser en ocasiones más exigente de lo que podían dar los niveles de algunos compañeros, sobre todo en el nivel de los cuadros o quienes se perfilaban en esa proyección.

Jamás dejó de reconocer sus convicciones religiosas y pienso que el ELN tuvo la madurez para no encontrar en ello, obstáculos para que fuera su máximo conductor. Todos los miembros de la Dirección Nacional aprendimos mucho de él y no hay duda que su muerte dejó un gran vacío porque los grandes dirigentes no encuentran reemplazo. Solo que en la dirección del ELN hemos aprendido a actuar como un equipo y eso permite que la ausencia de un dirigente, pueda ser suplida con el trabajo colectivo de los demás.

Manuel es uno de los grandes internacionalistas de estos tiempos, de los que no opacan los años transcurridos porque como en el caso de Camilo, sus ideales y sueños están intactos en el imaginario popular y guerrillero.

En este 14 de Febrero, aniversario de su partida, rendimos merecido homenaje, siguiendo su ejemplo de conductor inclaudicable por la causa del pueblo, al que amó y por el que dio su vida como destacado cristiano, internacionalista y comandante guerrillero.

Finalmente comandante, ¿cuál fue la trayectoria revolucionaria del comandante Oscar Santos, miembro del Comando Central del ELN, muerto el 11 de febrero de 2005?

Oscar Santos cuyo nombre de pila es Pedro Cañas, era un dirigente estudiantil de la Universidad Industrial de Santander. Los años sesenta lo hicieron un dirigente estudiantil de convicciones revolucionarias, como muchos otros universitarios de entonces y cuando iniciaba su carrera de ingeniería de sistemas hizo contacto con las redes urbanas del ELN, donde se hizo destacado militante.

Mientras estudiaba, conducía la estructura urbana del ELN, conocida como Columna Henry Serrano y cuando la inteligencia enemiga lo detectó como militante del ELN, se incorporó a la guerrilla rural comenzando los años ochenta. Oscar se hizo guerrillero al lado del comandante Manuel y los dos forjaron una profunda confianza política y personal, que le ayudó mucho a Oscar en su proceso revolucionario.

A finales de los ochenta, ascendió a la Dirección Nacional destacándose como conductor revolucionario hasta el 11 de Febrero de 2005, día en que se produjo su muerte a causa de un cáncer estomacal.

Hombre de espíritu crítico, trabajador y exigente, leal y de compromiso profundo por los ideales revolucionarios, se destacó como organizador y realizador firme de las definiciones emanadas de los eventos democráticos, las que defendía y procuraba cumplir a cabalidad. Un defecto de Oscar era no percatarse a tiempo de necesarios ajustes, en la táctica revolucionaria, debido a su apego a las definiciones emanadas de los eventos.

Oscar, le ha dejado a su pueblo, en particular a los estudiantes colombianos, el ejemplo de un dirigente estudiantil que dedica a la causa de los humildes de Colombia su vida y su juventud, como testimonio del camino que deben recorrer los luchadores, que ven en el proceso revolucionario el ineludible sendero para que el pueblo logre sus reivindicaciones. Su ejemplo y presencia estarán presentes hoy, mañana y siempre.


RUMBO AL ESTADO COMUNAL

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