martes, 31 de mayo de 2011

A PROPOSITO DE LAS AGRESIONES...





CARTA ABIERTA AL COMANDANTE SOTO ROJAS...


Comandante, no sabemos si ya se hará dado por enterado de lo que ocurre en la sierra de San Luis, ya que el problema de ejercer funciones como la que usted lleva adelante a veces lo aleja de algunas cosas "superfluas" en el transcurrir de la revolución.
Bueno, una de esas cosas que se podrían considerar banales, ínfimas o como usted dice, subalternas, es precisamente la que para algunos y algunas se considera una agresión al centro, al corazón de la revolución; es decir, al pueblo organizado, a los embriones del poder popular.

Hace ya una semana se viene gestando una problemática que no merece profundizar en esta cuartilla; ya que fue divulgada en el justo momento en que ocurrían los hechos por medio de la internet, y directamente en el blog rednacionaldecomuneros.blogspot.com; una página precisamente del equipo con quien se reunió en el auditorio del museo boliviano hace algo más de un mes.

Y tiene que ver con un espacio considerado la casa del poder popular (la Paraguariba) adquirido por el pueblo organizado en la confederación de consejos comunales José Leonardo Chirino; espacio en el cual usted mismo estuvo en determinado momento compartiendo un Taller sobre el estado, tal como lo evidencian estas fotos....


(salón usurpado por el alcalde Evaristo Jimenez)


Bueno comandante, este espacio fue violentado por el dirigente impuesto del PSUV, alcalde Evaristo Jiménez (mano derecha en el estado falcón del Catire Montilla, como usted le llama).
Le invitamos a revisar el blog, en donde se especifica esta y otras agresiones con las cuales este "señor" ha venido agrediendo, usurpando y destruyendo lo que el pueblo ha intentado construir como aporte al proceso revolucionario.

Así mismo, como parte de la dirección nacional del PSUV, le invitamos a que revisen el comportamiento y las actitudes del citado a la luz de los estatutos del partido y de la ética revolucionaria.

Un saludo desde la sierra y esperamos un pronunciamiento de acuerdo a lo que decidan, los que tienen poder de decisión.



A PROPOSITO DE LA INDIGNACION Y LA ORGANIZACION REVOLUCIONARIA



¿Por qué y cómo debemos organizarnos?



Varios acontecimientos recientes han reactivado el clásico debate doble sobre, por un lado, las relaciones entre organización y espontaneísmo y, por otro lado, las relaciones entre la organización militante y los partidos electorales de masas, los sindicatos y los movimientos populares y sociales. Algunos de estos acontecimientos son las sublevaciones de las masas musulmanas en África del norte; las movilizaciones juveniles en muchas zonas de Europa --Estados español y francés, Gran Bretaña, Italia, Alemania, etc.-- al llamado de pequeñas iniciativas contra la explotación; las fugaces luchas obreras y populares que surgen con más frecuencia de lo reconocido por el poder pero que se agotan rápidamente como, por ejemplo, en los EEUU; la movilización que está teniendo lugar en Euskal Herria y que se ha plasmado en la victoria de Bildu; la participación del pueblo cubano en los debates del VI Congreso del PC; la decisión del pueblo islandés por aplicar justicia a los culpables de la crisis; la lucha popular en Honduras pese a la dura represión que padece desde el golpe de Estado, etcétera.

Deliberadamente hemos citado experiencias extremas, en apariencia incompatibles, para llevar el debate a su punto crítico: la necesidad de la organización de vanguardia tal como fue desarrollada por el marxismo desde comienzos del siglo XX. Al toro hay que cogerlo por los cuernos, especialmente ahora que el movimiento de los indignados reactiva la ilusión de las virtudes del espontaneísmo, de la omnipotencia de las redes sociales, de twitter y de las nuevas tecnologías de la comunicación, a la vez que aparenta desacreditar a las “viejas organizaciones de vanguardia”, demostrando la superioridad de la “rebeldía juvenil” sobre el agónico movimiento obrero, etc. En absoluto son tesis nuevas. Por el contrario, y como veremos, la necesidad de la organización revolucionaria se sustenta, como mínimo, en diez lecciones reiteradamente confirmadas por la historia:

Una, la tendencia de las masas explotadas a aceptar las promesas de las minorías explotadoras, a creerse sus mentiras, o sea, la inercia de la credulidad. Dos, los límites de la lucha individual y/o colectiva de mera protesta, que carezca de una visión crítica de la naturaleza del enemigo al que se enfrenta. Tres los límites de las luchas espontáneas, de los motines, revueltas y sublevaciones sociales que estallan cuando la opresión se hace insostenible. Cuatro, la capacidad de la burguesía para pudrir no solamente estas revueltas sino sobre procesos de luchas ascendentes que terminan ahogándose en el pantano parlamentarista. Cinco, la tendencia a la burocratización y al reformismo de los partidos parlamentaristas de masas por muy de izquierdas que digan ser. Seis, la tendencia al corporativismo pactista y economicista del sindicalismo. Siete, la tendencia a los vaivenes, al estancamiento y retroceso de los movimientos populares y sociales. Ocho, los efectos alienadores y disgregadores del capitalismo. Nueve, la efectividad de las represiones y violencias burguesas. No hace falta decir que estas lecciones se presentan interactuando todas ellas o muchas de ellas, creando sinergias muy complejas que sólo pueden desentrañarse teórica y prácticamente aplicando el marxismo. Y esta es la décima y última lección que demuestra la necesidad y la urgencia de organizarse, a saber, la teoría revolucionaria sólo puede desarrollarse mediante un colectivo organizado para ello.


1.- Credulidad en las promesas de los opresores:

Sobra la primera lección podemos extendernos indefinidamente. Lo mejor es tomar conciencia de su persistencia histórica: Tucídides explica cómo Brásidas prometió dar la libertad a los esclavos hilotas que se identificasen públicamente como fervientes luchadores a favor de Esparta. Unos dos mil aceptaron la propuesta y fueron premiados, pero: “poco después los espartanos los hicieron desaparecer y nadie sabe cómo murió cada uno”. De esto hace aproximadamente 2435 años y desde entonces la necesidad de la organización tomó nuevos bríos, muy en especial cuando la represión imperialista reactivó la táctica espartana de “desapariciones forzadas”. Entre el -89 y -88, Mario y Cinna organizaron un ejército popular para vencer a las clases ricas en Roma. Prometieron la libertad a los esclavos y a los gladiadores que se volcaron en la batalla, y tras la derrota ejecutaron a 100 nobles. Esto asustó a Mario y Cinna, y les llevó a unir sus fuerzas con la clase senatorial vencida para, con esa nueva alianza, aplastar a los esclavos: una noche rodearon su campamento y los exterminaron. En el +37 Sexto Pompeyo liberó a esclavos para que luchasen en su ejército contra Augusto en la guerra de Sicilia. Sexto Pompeyo perdió y huyó, y Augusto prometió respetar la libertad de los esclavos pero en secreto organizó su desarme, la entrega a sus amos y el asesinato de los esclavos cuyos amos no fueron encontrados vivos.

La esclavitud romana era atroz, lo que añade un sangriento plus de importancia a estas y otras muestras de credulidad. Es cierto que las luchas de las clases y de los pueblos precapitalistas nunca se plantearon crear un nuevo orden cualitativo, excepto vagas utopías. Sin embargo, la credulidad de las masas explotadas, sean esclavas, siervas, campesinas, artesanas, proletarias, etc., sigue existiendo a pesar de los relativos avances en educación, prensa, derechos, etc., logrados en la sociedad burguesa gracias a múltiples luchas. La credulidad en el opresor tiene diversas causas: ignorancia, miedo, alienación y fetichismo, creencias religiosas. La organización revolucionaria aparece aquí como imprescindible porque aporta, además de una argumentación teórica rigurosa sobre los terribles efectos de la credulidad, también y sobre todo porque facilita la praxis de liberación, el debate práctico conjunto, la crítica y la autocrítica entre personas que aprenden a liberarse en su misma vida personal y colectiva. La credulidad se caracteriza, entre otras cosas, por cierta dosis de fe, de irracionalismo, en un ser superior, sea dios, amo, empresario, general, o en burocracia como el Estado. La organización lo que hace en este crucial asunto es demoler esa fe, introducir racionalidad crítica y conocimiento histórico, político, ético, etc., siempre unido a una práctica militante.


2.- Límites de la lucha de mera protesta, que carezca de una visión crítica del opresor:

Sobre la segunda razón tenemos que decir que, sin una suficiente conciencia personal y política, cualquier protesta por inicial y embrionaria que sea tiende a terminar en fracaso. Como hemos dicho antes, en las sociedades precapitalistas era muy difícil desarrollar una teoría adecuada. Los galeses que fueron masacrados en el siglo XI por los anglonormandos apenas intuían más allá del objetivo visible de los invasores: quitarles sus tierras. Pero había otro objetivo más largo y demoledor: “la exterminación de todos los bretones para que nunca más se pronunciara su nombre”, como escribió un cronista de la época. Los pueblos indios y filipinos que sufrían el terrorismo español apenas comprendían la declaración real que se les leía antes de pasarlos a cuchillo, o quemarlos o descuartizarlos vivos mientras sus mujeres, hermana y amigas eran violadas delante de los hombres. Pero una vez que comprendieron la naturaleza del invasor le resistieron con desesperación. Incluso hoy en día, miles de mujeres que sufren terrorismo patriarcal dudan en denunciar a su marido, novio, amigo o vecino, y centenales de ellas se retractan y retiran su acusación poco antes del juicio.

Por esto mismo, las organizaciones feministas son imprescindibles para concienciar a las mujeres, para aportarles una visión crítica de la explotación patriarco-burguesa, de la necesidad de que salgan de su soledad, se relaciones y se integren en esos u otros grupos para encontrar fuerzas que les ayuden a luchar. Lo mismo hay que decir sobre el resto de situaciones de injusticia y dominación, de opresión, sean las que fueren. Sin una organización suficiente, los sectores oprimidos nunca podrán conocer su situación, obtener información y realizar debates, atraer más miembros y avanzar en la coordinación con otros colectivos que tienen los mismos o parecidos objetivos. Si miramos el problema desde una perspectiva más amplia, por ejemplo, desde la que nos alerta de la fuerza organizada del sistema patriarcal mediante las Iglesias y sus medios, desde el machismo y sexismo de la prensa y de los espectáculos, desde el machismo de los partidos y sindicatos, desde la indiferencia de muchas instituciones burguesas ante la opresión de la mujer y sobre todo, desde la ferocidad invisible y normalizada del terrorismo patriarcal, desde esta perspectiva que nos explica cómo y por qué sobrevive tanto la dominación masculina, comprenderemos la importancia de las organizaciones feministas, y en general de todas las organizaciones.


3.- Desconocimiento de los objetivos del opresor y de su ferocidad:

Sobre la tercera razón, hay que decir que es un freno poderoso que solamente puede ser superado por la organización que aporta un saber crítico basado en la experiencia colectiva, mucho más grave es el problema de los límites de las luchas espontáneas individuales o colectivas, de los motines, revueltas y sublevaciones sociales que estallan cuando la opresión se hace insostenible. Ya se de forma aislada o en grupo, los estallidos súbitos o insuficientemente organizados pueden obtener triunfos inmediatos, y los obtienen porque cogen por sorpresa al poder establecido. Entre -116 y -114 se produjo una revolución en la ciudad aquea de Dime, ocupada por los romanos, para acabar con las deudas causadas por los altos impuestos, entre otros objetivos. Se quemaron los archivos públicos, se cancelaron las deudas y demás contratos. Pero la revolución fue derrotada, dos de sus cabecillas fueron muertos y otro enviado a Roma para ser juzgado. En 1871 el pueblo de París se sublevó contra la alianza entre la burguesía francesa y el ejército alemán ocupante. Pese al heroísmo impresionante, la Comuna fue masacrada atrozmente, entre otras razones porque no pudieron organizarse lo suficiente, ni ser suficientemente radicales en sus medidas liberadoras. En la IIGM Varsovia se sublevó dos veces contra la barbarie nazi, y las dos fue masacrada. Estos ejemplos distantes más de dos mil años y ocurridos en dos modos de producción muy diferentes, el esclavista y el capitalista, tienen sin embargo un denominador común: la escasa organización previa.

La necesidad de la organización es tanto más perentoria y vital cuanto más importante es el objetivo a conquistar, cuanto más ansiosas y activas están las masas, y cuanto mayor y más cruel es la voluntad del opresor de seguir explotando. Sea la lucha que fuere, desde una pequeña asamblea de vecinos que bloquean una empresa que contamina el barrio, hasta una insurrección revolucionaria para derrocar a la burguesía, pasando por una huelga obrera, en todos los casos la organización debe existir con anterioridad, debatiendo los objetivos, la estrategia y la táctica, analizando las relaciones de fuerzas, discutiendo las tácticas y los medios necesarios y los no necesarios, haciendo propaganda y ampliando las alianzas, buscando además de recursos, también planes alternativos tras estudiar las posibles reacciones de los aliados, de los indecisos y sobre todo del poder al que se quiere vencer, sea el poder universitario, el municipal, el judicial, el empresaria, el patriarcal, el político y de forma decisiva el militar. La espontaneidad, la que fuere, tiene unos límites precisos que aparecen después de las primeras victorias, si las hay, cuando se empieza a ver que el poder es más fuerte de lo que se creía, tiene más defensas, tiene aliados dentro del bando luchador, puede sobornar y corromper. La lucha espontánea tiende a apagarse cuando la lucha de prolonga, el objetivo se aleja, la estrategia empieza a fallar, las tácticas propias ya no hacen daño al opresor; y cuando éste, responde con ataques inesperados y sorpresivos. Para evitar todo esto es imprescindible organizarse con anterioridad.


4.- Capacidad burguesa para pudrir las luchas:

Sobre la cuarta razón, hay que decir que si bien el exterminio sangriento, el terrorismo, es la última garantía de la civilización del capital, no es menos cierto que la burguesía experimentada prefiere antes desgastar, desorientar y desunir a las clases explotadas mediante una astuta maquinación en la que intervienen las concesiones puntuales, el préstamo del gobierno a la izquierda --nunca ceder el Estado y menos el ejército--, etc., a la vez que la represión selectiva del sector más radical y consciente. Las luchas ludditas de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, tuvieron un nivel de organización interna bastante adecuado para las condiciones de su época, aunque al final fueron derrotadas no tanto por la represión, con sus asesinaros incluidos, sino sobre todo por las innovaciones realizadas por la burguesía. El luddismo destruía las máquinas de vapor que condenaban al paro y a la miseria a miles de familias trabajadoras, y hasta quemaba los talleres, obligando a muchos empresarios a trasladarse a otras regiones menos combativas para instalar sus negocios: un anuncio de las “deslocalizaciones” tan famosas ahora. Pero la burguesía británica aprendió que era mejor dirigir de forma imperceptible la radicalidad obrera y popular hacia la trampa institucional, parlamentaria, en la que el movimiento obrero podía conquistar reivindicaciones importantes pero nunca decisivas a la larga, y menos aún, irreconciliables con la propiedad burguesa, con su Estado de clase y con su ejército. Lo mismo aprendió la alemana cuando vio que la represión policial y judicial de finales del siglo XIX, y las leyes represivas posteriores, no detenían el fortalecimiento de la socialdemocracia.

La organización política formada por militantes teórica e históricamente preparados, es imprescindible para superar estos y otros peligros. No se superan con la justa ira espontánea, ni con el voluntarismo ignorante, al contrario, esto facilita la victoria burguesa. Cuanto más poder institucional logra la izquierda, concejales, alcaldes, diputados, senadores, ministros, consejeros en empresas y bancos privados, supervisores en instituciones y empresas públicas desde hospitales hasta universidades, etcétera, más riesgo existe de que termine cayendo en la trampa burguesa. Un dato extremadamente inquietante por cuanto irreversible, es que esa izquierda asuma pequeñas pero simbólicas tareas represivas cedidas transitoriamente por el poder que antes torturaba, encarcelaba y mataba a esa izquierda. Recordemos al PC italiano reprimiendo a la izquierda revolucionaria en los ’70 y 80. Otro dato es el surgimiento de pequeñas corruptelas económicas, políticas y éticas que irán creciendo como un pestilente cáncer, sobre todo en la medida en que nadie controle a los arribistas y chupópteros que se acercan a la izquierda victoriosa para enriquecerse y lavar su conciencia. Recordemos el miedo de los griegos a poder corruptor del “oro persa”, que pudría incluso a algunos famosos espartanos. La síntesis entre burocracia, reformismo y corrupción desintegra a las organizaciones, sobre todo cuando han renunciado públicamente a decisivas señas de identidad. Recordemos al PC español aceptando la monarquía instaurada por Franco. Contra esta fuerte tendencia objetiva tan confirmada por la historia, sólo se le puede oponer una eficaz y muy preparada organización militante.


5.- Tendencia a la burocratización de la izquierda:

Sobre la quinta razón, hay que decir que si bien está estrechamente relacionada con la razón anterior, la cuarta, también tiene operatividad propia. Una lucha revolucionaria puede burocratizarse aunque no gire al reformismo y no sea desintegrada en el sistema institucional dominante, pero sí es necesaria la burocracia para que triunfe el reformismo porque siempre, en mayor o menos grado, surge el debate interno sobre el reformismo entre las corriente a favor o en contra. La burocracia es imprescindible trampear o reprimir el debate a favor de las tesis reformistas. El marxismo fue consciente de la tendencia objetiva al burocratismo desde su mismo origen, y el transcurso de las luchas no hizo sino aumentar esa preocupación sobre todo desde que la socialdemocracia se convirtió en un enorme partido de masas. Sin embargo, Lenin tardó más tiempo que Rosa Luxemburgo, que Trotsky y que otro en percatarse del riego objetivo de burocratización. Pero una cosa es la tendencia objetiva, que no tiene por qué realizarse dependiendo de las medidas que se tomen y del tipo de organización que se desarrolle; y otra cosa es el determinismo absoluto consistente en la “ley de hierro” de la burocracia sostenido por Mitchell siguiendo las tesis de Mosca y Pareto, y por otro lado, las afirmaciones anarquistas que ven la paja en ojo ajeno pero no la viga en el propio.

La burocracia tiene raíces objetivas en toda sociedad en la que la división del trabajo intelectual y el físico está deliberadamente potenciada por la clase dominante. En toda sociedad en la que la obediencia, la sumisión y la credulidad en el poder son parte de la síntesis social, de la matriz social. La tendencia a la burocracia se refuerza cuando la vida política adquiere velocidad y complejidad, cuando no hay tiempo para consultar a las bases, etc.; en estos casos el sustitucionismo y el delegacionismo abren la puerta a la burocratización. En contra del tópico y de la creencia sin base histórica, son las grandes formaciones parlamentaristas y los pequeños grupúsculos dirigidos por un líder carismático, los que primero se burocratizan, mientras que las organizaciones militantes resisten bastante más. La causa radica en que están formadas por luchadores conscientes de sus derechos, de la necesidad del debate riguroso, del enorme riesgo para el futuro de las decisiones tomadas precipitadamente sin la mínima o con una insuficiente discusión, y de la diferencia insalvable entre credulidad y credibilidad. Crédulo es el idealista que tiene fe en lo indemostrable, en la promesa del dirigente que nunca puede ser criticado; la credibilidad consiste en dar un tiempo justo de confianza a las decisiones de la dirección asentadas en la experiencia, honradez y coherencia contrastadas a lo largo de los años y contrastables en todo momento mediante el debate democrático.


6.- Tendencia al corporativismo economicista del sindicalismo:

Sobre la sexta razón, hay que decir que surge de la propia esencia de la explotación capitalista y de los límites de la conciencia sindical que gira casi exclusivamente alrededor de las mejoras salariales y laborales, casi nunca sociopolíticas y menos aún revolucionarias. CC.OO. y UGT en el Estado español son un ejemplo incuestionable. Otros sindicatos no han caído tan bajo pero son realmente muy pocos los sindicatos luchadores precisamente durante la actual ofensiva salvaje del capital contra el trabajo, y menos lo que fusionan su acción laboral con otra sociopolítica orientada a la superación histórica de la dictadura del salario, como en debe ser. Fue Rosa Luxemburgo la que en 1906 hizo una de las más razonadas y radicales denuncias de la burocratización economicista del sindicalismo habido hasta ese momento. La conciencia economicista de la clase obrera surge de la invisibilidad de la explotación que sufre tanto por el fetichismo como por la creencia de que tiene los mismos derechos que el empresario, lo que le lleva a creer que con el simple aumento salarial y con mejoras laborales se pondrá a la altura del empresario, viviendo como él y teniendo el mismo o más poder. Pero como la explotación asalariada destroza la salud y reduce el tiempo libre hasta casi la nada, el obrero, minado ya por la división entre el trabajo intelectual y el físico, asume como normal que el sindicato sea dirigido por los especialistas, por los que saben de leyes y tienen sus despachos justo al lado de los del patrón, con el que almuerzan frecuentemente.

El sindicalismo sociopolítico necesita de militantes obreros teóricamente formados, que sepan que son esclavos asalariados de por vida, hasta que se mueran o hasta que acaben con la dictadura del salario. Pensar esto y conocer su lógica exige de una formación teórica y política que solamente puede obtenerse mediante una organización revolucionaria. Más aún, el militante obrero ha de tener una especial cualidad ética que le ayude a mantener su lucha. La esclavitud asalariada vuelve extremadamente dependientes y vulnerables a las personas al carecer de otro recurso vital que el salario. La burguesía conoce esa debilidad estructural y chantajea, soborna o atemoriza a los sindicalistas y obreros cuando les falta una ética revolucionaria. Pero si ya es difícil aprender la teoría y mantener una lucha sindical, todavía lo es más superar la ética burguesa sustituyéndola por la ética marxista. Sin una organización que facilite esa emancipación personal y colectiva es casi imposible lograrlo.


7.- Tendencia a estancamiento y retroceso de los movimientos populares y sociales:

Sobre la séptima razón, hay que decir que es todavía más aplastante que la anterior. A diferencia del sindicalismo, que está más o menos presente en la explotación asalariada porque ésta abarca toda la vida laboral, los movimientos sociales y populares son voluntarios, sufriendo altibajos y con una clara dinámica de sustitucionismo de las bases por la dirección sobre todo en los períodos de reflujo de las movilizaciones. Un ejemplo lo tenemos en el bluf de las ONGs, de los movimientos antiglobalización, de los Foros Sociales, y del bajón espectacular hasta casi su desaparición de los “nuevos movimientos sociales”, “contestatarios” y de “contra cultura” de los ’60 y todos los ’70. Le experiencia de los “verdes” es concluyente: absorbidos por el imperialismo alemán. Una de las causas es la propia fugacidad del “movimiento estudiantil” y “juvenil”, base frecuente de lo anterior, que estalla en determinados momentos pero que se agota por simple ley biológica y por las innovaciones represivas del Estado burgués.

La permanentización de núcleos revolucionarios en el interior de los movimientos es una de las tareas decisivas de la teoría de la organización tal cual la expuso Lenin a comienzos del siglo XX, que no hacía sino trasladar a las condiciones represivas zaristas lo que ya era una reflexión común en las izquierdas de otros países, aunque no tan sistematizada teóricamente. Lo básico de esta aportación sigue siendo más actual ahora que entonces por la multiplicación de los mecanismos burgueses de represión, desactivación y desintegración de los movimientos. La dialéctica entre espontaneidad y organización aparece aquí con todos sus matices enriquecedores, y con la advertencia clara de los dos riesgos mortales: la burocratización y el reformismo que crecen en los movimientos si no existen en su interior núcleos militantes y aún así el problema sigue existiendo.


8.- Efectos alienadores y disgregadores del capitalismo:

Sobre la octava razón, hay que decir que abarca a la totalidad de los puntos anteriores y nos lleva a un debate crucial del que hemos adelantado puntos concretos. Se trata del poder del capital para crear una sociedad sectorializada, dividida y pulverizada en micropartículas egoístas e individualistas totalmente aisladas entre ellas y sólo conectadas mediante los medios que el propio capital impone y determina, los suyos, que refuerzan esa multidivisión grupuscular. La realidad, que es una totalidad de contradicciones en lucha, aparenta desaparecer en un informe caos de egoísmos ferozmente individuales. La sociobiología, el genetismo y el darwinismo social refuerzan “científicamente” esta creencia. A lo sumo que se llega, es a aceptar que cada partícula, cada “ciudadano”, tiene exclusivamente “derechos individuales” que debe negociar y transaccionar individualmente con el “ciudadano patrón”, con el “ciudadano juez”, etc., siempre aceptando la máxima hobbesiana de que el hombre es un lobo para el hombre. Es cierto que los movimientos sociales, el sindicalismo y otros grupos mínimamente organizados luchan contra esta realidad pero insuficientemente por razones obvias.

De nuevo, la organización militante aparece como una necesidad imperiosa para mostrar que la realidad es más cruda y peor que la versión hobbesiana. El hombre no es un lobo para el hombre, sino un mercader, que es infinitamente peor: “homo hominis mercator”. El naturalismo inherente a la máxima “homo hominis lupus” no puede mostrar la brutal explotación del capitalismo. Aprender que el ser humano reduce a mercancía a otro ser humano, comprándolo, vendiéndolo y explotándolo, exige de la praxis revolucionaria, de la dialéctica entre la acción y el pensamiento en el interior de los conflictos y siempre en un marco organizativo. Solamente en el fragor cotidiano de la lucha contra la opresión puede el ser humano conocer la verdadera naturaleza del capitalismo. La intelectualidad académica gira tan rápidamente al reformismo o a la derecha, porque, entre otras cosas, siente horror a la militancia organizada. Otro tanto hay que decir de sectores estudiantiles que, siendo progresistas, creen que basta con estar al tanto de las últimas modas intelectuales. La organización leninista debe y puede aportar una praxis crítica totalizante de la inhumana mercantilización burguesa, aunque los meritorios esfuerzos individuales pueden llegar a disponer de una percepción bastante amplia del problema, si bien unilateral y tendente al individualismo sectario al no ser contrastada por la praxis crítica colectiva que sólo la garantiza una organización revolucionaria.


9.- Efectividad de la represión:

Sobre la novena razón, hay que decir que se parte de una teoría amplia de las violencias y de las represiones, no reduciéndolas a la acción judicial y policial, sino considerando la totalidad de mecanismos de intimidación, miedo y represión. La seguridad es una preocupación constante desde que existe la lucha contra la opresión. La insurrección de los esclavos cartagineses en varias ciudades itálicas en el -199 fue abortada y masacrada por la delación de dos esclavos. El campesinado chino se defendía mediante sectas secretas algunas de las cuales eran sólo de mujeres, de “monjas”. A mediados del siglo XVI las élites mayas supervivientes al terrorismo español se organizaron clandestinamente para transcribir en papel la cultura de su pueblo, el Popol Vuh, que estaba al borde de la extinción. La seguridad organizativa lo mantuvo a salvo hasta 1701. Blanqui tardó varios años en encontrar un efectivo sistema de seguridad para su organización. Marx y Engels siempre mantuvieron una “vida oculta” que garantizaba relaciones seguras con organizaciones perseguidas y con personas influyentes que habían militado en la revolución, y que les suministraban desde informaciones muy valiosas hasta pasaportes, documentos, dinero, etc., para ayudar a quien sufriese represión.

Pero la seguridad por la seguridad, sin un contenido político, no garantiza el desvío reformista. Durante la clandestinidad, la socialdemocracia alemana tenía la célebre y efectiva “Máscara de Acero”, que aseguraba el envío de propaganda, la celebración de los Congresos, etc., pero que no pudo evitar ni la burocratización ni el reformismo. Por el contrario, la dirección bolchevique sabía que su representante en la Duma zarista era un agente de la policía, aun así lo mantuvo vigilado porque, según Lenin, el efecto político de sus discursos era más beneficioso que las pocas delaciones que podía hacer. Obviamente, la seguridad es imprescindible en una dictadura y también bajo una democracia burguesa restringida y vigilada, pero su necesidad no desaparece en lo básico ni incluso en una democracia burguesa muy tolerante. En este caso debe adquirir tres formas básicas: una, seguridad financiera y de recursos porque una organización hipotecada con deudas es una organización atada políticamente; dos, seguridad en sus cargos de responsabilidad, fácil de comprender; y tres, seguridad en la rectitud ética y política de sus militantes, que sustenta a las dos anteriores. Se mire por donde se mire, la mejor forma de garantizar la seguridad es la organización revolucionaria, y no siempre ni automáticamente.


10.- Síntesis y confirmación histórica:

Y la décima razón, síntesis de todas las anteriores, vamos a exponerla presentando cuatro experiencias históricas. La primera trata sobre la necesidad del centralismo democrático, del que tal vez tengamos uno de los primeros ejemplos históricos en el relato que hace Jenofonte tras la asamblea de los 10.000 en la que analizan las consecuencias de haber perdido a los generales. Jenofonte explica que los nuevos mandos elegidos democráticamente han de ser más rectos y honrados que los anteriores, y que las tropas han de aplicar las decisiones tomadas después de haberlas debatido y decidido colectivamente con toda diligencia y eficacia, sabiendo que cuando surjan nuevos problemas deberán reunirse de nuevo para debatirlos, decidir y practicar lo decidido. Libertad plena de debate colectivo, garantizada por las medidas de seguridad adecuadas --los griegos no debatieron lo anterior bajo las flechas enemigas, sino en un lugar seguro y a prueba de oídos peligrosos--, y aplicación conscientemente asumida de las decisiones tomadas en el debate. Sin duda, este método, junto a otros, fue el que garantizó su victoriosa vuelta a la Hélade. No se ha inventado un método mejor, y, como veremos, las nuevas tecnologías de la información pueden mejorarlo pero nunca sustituirlo.

La segunda es la necesidad de una permanente lucha teórica, filosófica, política, etc., no sólo contra la ideología burguesa sino también contra sus servicios secretos dedicados a la lucha propagandística e ideológica. Los servicios secretos británicos, por poner un solo ejemplo, tenían una larga lista de “famosos escritores” en su nómina: Daniel Defoe era uno de ellos, además de periodistas y criminales del hampa que escribían textos falsos atribuidos luego a los irlandeses armados o a otras organizaciones. Los “fondos de reptiles” existieron en Roma y ahora mismo, en la CIA y en todo Estado burgués. Cuando tienen el apoyo del reformismo, el resultado de su trabajo puede ser demoledor. Un ejemplo de manipulación burguesa disfrazada de “progresismo” es el de los “batallones rojos” mexicanos formados por obreros que pelearon contra las masas campesinas revolucionarias entre 1910 y 1917. Fueron convencidos con argumentos falaces y eurocéntricos, no exentos de rechazo al “atraso campesino” y a los “salvajes indios”. Vencida la revolución, la burguesía desarmó los “batallones rojos”, incumplió las promesas que había hecho, redujo las libertades que todavía existían y aumentó la represión. Podemos imaginar con cierta plausibilidad que si hubiera existido una organización marxista sólidamente formada e implantada, no se hubiera cometido semejante error, o al menos hubiera sido mucho menor.

La tercera es la del mito de la omnipotencia de Internet, de las “redes sociales”, de las movilizaciones convocadas mediante teléfonos móviles, twitter, etc. Al igual que con otros avances tecnocientíficos, los árboles no deben ocultarnos el bosque, que es lo decisivo. El debate ya aparece en Marx cuando analiza los contradictorios efectos del telégrafo, que luego, junto al ferrocarril y el teléfono, fueron decisivos en las revoluciones mexicana y bolchevique. Internet ha facilitado la recuperación de las izquierdas mundiales desde finales del siglo XX, y el uso en red de la telefonía móvil es un arma que ha cosechado algunas victorias. Todo esto es cierto, pero existen tres preguntas que debemos responder: ¿cómo maximizar sus potencialidades?, ¿de quién son esos medios?, y ¿qué haremos cuando el capital nos los cierre? Cuando surgió la imprenta, el Vaticano y el resto de poderes se lanzaron a controlar su uso, estableciéndose una batalla que todavía se libra. La prensa diaria la inventó el cardenal Richelieu, y Napoleón cerró la mayoría de los periódicos para aumentar su poder. Sabemos que los Estados pueden cerrar Internet, bloquear la telefonía móvil, etc., cuando quieran, sumergiéndonos en el “silencio informativo”. ¿Qué hacer entonces? La respuesta pasa por el debate sobre la organización militante: es la práctica personal, el contacto cara a cara, la conversación y el debate en la práctica lo que maximiza el potencial de los nuevos medios, y el que confirma las relaciones establecidas electrónicamente. Sin la práctica en la calle, Internet degenera en el “ciberizquierdismo” sin realidad material. Es la lucha organizada la única que puede crear redes capaces de aguantar durante más tiempo las censuras y cierres, y la única capaz de pensar lo que hay que hacer bajo el “silencio informativo”, activando otros medios ya pensados con anterioridad.

Y la cuarta y definitiva es la confirmación histórica del argumento central: tarde o temprano se agudizarán las contradicciones sociales, volverán las luchas y la burguesía endurecerá su política. No es determinismo catastrofista, sino conocimiento de la evolución burguesa entre expansiones y crisis. Conforme se gesta, expande e intensifica la crisis, la necesidad de la organización revolucionaria se vuelve impostergable, pero la solución de este problema que puede llegar a ser decisivo, dependerá de cómo se haya actuado en los tediosos períodos de calma y “normalidad”, cuando algunos generalizan la idea errónea de que ha desaparecido la explotación o de que se ha suavizado tanto que ya no son necesarias “caducas teorías”. Si ningún colectivo ha mantenido vivo el embrión organizativo la burguesía apenas encontrará resistencias organizadas y menos aún programas revolucionarios que faciliten el salto del malestar social a la conciencia política dentro de un programa de transformación socialista. La derecha campará a sus anchas, sabedora de que tiene muchos recursos para impedir que la indignación de una minoría se transforme en rebelión de la mayoría. La derecha sabe por experiencia propia que uno de los peores peligros para su sistema es el crecimiento de organizaciones revolucionarias, las únicas que pueden actuar como mediaciones entre la indignación y la rebelión.


RUMBO AL ESTADO COMUNAL




domingo, 29 de mayo de 2011

A PROPOSITO DE HONDURAS...



El regreso de Zelaya y el futuro de la Resistencia hondureña


Volvió Mel Zelaya y el pueblo hondureño explotó de alegría y entusiasmo. Esa misma gente que durante dos años ha generado la mayor Resistencia centroamericana que se recuerde. Miles y miles de hombres, mujeres y niños en la calle, enfrentando a los militares y policías, poniendo el cuerpo a las balas y también dejando en esa dura batalla decenas de muertos. Esta vez, llegaron a Tegucigalpa desde todos los puntos del país a reencontrarse con su líder.

Volvió Mel Zelaya, y Honduras se tiñó del rojo de la bandera del Frente Nacional de Resistencia Popular, y del azul de la enseña patria, mientras las consignas de "Sí, se pudo" y "Fuera el imperialismo" se mezclaban con los pitidos al gobierno de Porfirio Lobo, mientras cantaban también ese himno universal de los que luchan en cualquier rincón del mundo: "El pueblo unido jamás será vencido".

Volvió Mel Zelaya y ratificó públicamente el "Acuerdo de Reconciliación" firmado en Cartagena de Indias (Colombia), que incluye entre sus puntos la investigación de las violaciones de derechos humanos (derechos que siguen siendo pisoteados a diario por el gobierno de Lobo), y la posibilidad de realizar un plebiscito en aras de lograr la tan ansiada Asamblea Constituyente, por la que tantas veces el pueblo salió a la calle en estos dos años.

Sin embargo, en este Acuerdo hay algo no cierra, que genera lógicas desconfianzas, que hace que miles de militantes de la Resistencia deban estar alerta de aquí en más, y tiene que ver con que los que realizaron un golpe de Estado pro-yanqui como el de Honduras, siguen en el gobierno, y más allá de permitir el regreso de Zelaya no será fácil que cedan lo que vienen usurpando desde tiempo atrás. Además, uno de los mediadores para que este Acuerdo se realizara es nada menos que un genocida del pueblo colombiano, el presidente Santos, el mismo que posibilita que los yanquis hayan instalado nueve bases militares en el país, para amenazar a los países del continente que no se alinean con EEUU:

Otro punto de discordia es la casi segura entrada de Honduras a la OEA, lo que se concretaría en esta próxima semana. No hay ninguna razón que convenza a los que han luchado todo este tiempo, sobre semejante despropósito. Nadie ignora, por más discurso políticamente correcto se quiera escribir, que Porfirio Lobo es el continuismo de la dictadura impuesta en 2009. De lo contrario, que se lo pregunten a los maestros golpeados, torturados y asesinados, o a los periodistas que en un lento cuentagotas son baleados por el paramilitarismo. Peor aún, que opinen los campesinos del Aguán que han sufrido hasta ayer nomás la muerte de decenas de sus militantes. Contra ellos se han lanzado, mes a mes, las guardias armadas del empresario Miguel Facussé (sostén financiero de los golpistas) generando verdaderas masacres, que por supuesto siguen impunes.

No, Honduras de Lobo no debería volver a la OEA, y en ese sentido son muy claros los dirigentes de la Resistencia Berta Cáceres, Carlos Reyes o Juan Barahona, apuntando que sería un "error injustificable", mientras no se cumplan las exigencias populares que no terminan de ninguna manera con el retorno de Zelaya. Volvió Manuel Zelaya y se abrazó con su pueblo, que le demostró el cariño que le profesa por haber sido el primer Presidente que pensó en los más humildes, a pesar de provenir de un pasado político centro-derechista, pero que en el marco del gobierno al que llegó por el voto popular, fue virando correctamente hacia la izquierda y generó propuestas sumamente progresistas en un país que décadas atrás funcionara como un enclave estratégico de Washington.

Volvió Manuel Zelaya y prometió profundizar el avance de la Resistencia que él mismo coordina. En el acto multitudinario fue presentando uno a uno a la delegación internacional que lo acompaño desde Nicaragua, reivindicando la solidaridad latinoamericana que siempre lo acompañó durante su exilio. Valoró hondamente el papel de Brasil, de Ecuador, de Argentina y por supuesto de la Venezuela de Hugo Chávez.

Párrafo aparte merecen las palabras de otra de las acompañantes de Zelaya, la combativa senadora Piedad Córdoba. Cuando Mel le cedió el micrófono, elogió a Honduras y a la Resistencia, y en un gesto incomprensible, vivó al genocida colombiano Juan Manuel Santos, invitando a los allí reunidos a agradecerle su mediación. No tuvo éxito: ese mismo pueblo sabio, que cuando minutos antes, Zelaya mencionara al mismo personaje, mantuvo un obligado silencio de aplausos y lanzó varios gritos de abucheo, volvió a repetir el gesto digno. Un momento después, sin dudarlo, ovacionaba a Hugo Chávez. Algunos dirigentes políticos progresistas deberían tener en cuenta que la conciencia de los de abajo no se construye con tan bruscos viraje de timón, que sólo sirven para sembrar el desconcierto.

Volvió Manuel Zelaya. Si, y todos los luchadores del Tercer Mundo habrán de festejarlo ya que, por encima de los Acuerdos diplomáticos, esta lucha se ganó en la calle. Si la Resistencia no hubiera mantenido la pulseada en todos estos meses, y la solidaridad popular internacionalista, no la hubiera acompañado, este retorno sería difícil de imaginar.

Ahora, otra vez y como siempre, pero con Zelaya en el territorio, la batalla contra los que lo echaron hace dos años habrá de agudizarse. Imaginar un escenario diferente es no conocer los puntos que calza el enemigo que se enfrenta. En el tiempo que viene, la movilización será la mejor autodefensa popular. En ese sentido lo tiene claro los integrantes del COPINH (Consejo de Organizaciones Populares e indígenas de Honduras), una de las organizaciones que está en la pelea desde hace décadas: " No descansaremos hasta desmontar las estructuras golpistas que hoy están en el poder gozando de la impunidad nacional e internacional, contra lo que continuaremos alzando nuestra lucha porque somos un pueblo digno que no está dispuesto retroceder. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos".


RUMBO AL ESTADO COMUNAL

LOS PROCESOS DE UNIDAD

Comunicado que envian los camaradas del PCV para su divulgacion.


Avanza la discusión para constituir el “Polo Patriótico"

Unidad y coordinación de las fuerzas patrióticas es una necesidad histórica

Las reuniones preparatorias entre las direcciones nacionales de los Partidos políticos, con miras a la constitución del “Polo Patriótico”, continuaron este lunes en el Edificio Cantaclaro, sede nacional del Partido Comunista de Venezuela (PCV).

A esta cuarta reunión en poco más de mes y medio, asistieron los representantes designados por el PCV, PSUV, MEP, UPV, MRT, JOVEN y ORA, faltando solamente la representación de IPCN.

Los Partidos políticos habían previamente acordado regularizar sus reuniones todos los lunes a las seis de la tarde, con una agenda política amplia y sedes rotativas, designando para ello sus representantes permanentes.

Carlos Aquino y Yul Jabour, Miembros del Buró Político del PCV e integrantes de la representación de la organización comunista en estas reuniones, informaron que durante cerca de tres horas continuó el intercambio iniciado sobre las visiones de cada Partido acerca de lo que debe ser el “Polo Patriótico” y el proceso para su constitución, tomando en cuenta el papel a ser jugado por las organizaciones políticas y sociales, confirmando el compromiso de que transcienda los eventos electorales.

Adicionalmente, los dirigentes del PCV expresaron que en las intervenciones resaltó la importancia de mantener ese espacio de reuniones para el análisis colectivo de la situación política nacional e internacional, de la gestión de gobierno y de las políticas de Estado, para identificar los objetivos concretos que los unan con miras a avanzar en una agenda común de acción y poder ser una inicial instancia de coordinación política.

Entre los elementos que formaron parte del intercambio, está la visión compartida de que es necesario construir una correlación de fuerzas favorable a la profundización de la revolución venezolana, frente a los intereses del capital transnacional por acabar con esta experiencia, tomando en cuenta la importancia de la ruptura producida durante estos años en la continuidad de la política neoliberal, incluso todavía dentro del sistema capitalista.

Finalmente, la representación comunista valoró positivamente que se reconozcan las diferencias en las concepciones político-ideológicas que tiene cada Partido, pero reafirmando el objetivo de avanzar en los aspectos en los que haya coincidencias, identificando las mejores formas para atender las contradicciones y las diferencias, en la claridad de que se basa en el criterio de la unidad en la diversidad.

Proceso de construcción

Representantes de las Direcciones Nacionales de los Partidos políticos PCV, PSUV, MEP, UPV, JOVEN y ORA, realizaron la primera reunión el pasado 3 de abril, en la que intercambiaron ideas iniciales sobre la importancia de constituir un espacio de articulación y su disposición de avanzar en esta iniciativa.

Los Partidos acordaron realizar otra reunión en la que cada organización exponga sus visiones sobre la caracterización del momento político y las propuestas para avanzar en la construcción del “Polo Patriótico”.

El 30 de abril, en la sede del MEP, se hizo la segunda reunión, integrándose adicionalmente las representaciones de IPCN y de MRT, la cual estuvo muy matizada por la situación generada por la entrega del periodista sueco Joaquín Pérez Becerra por el gobierno venezolano al Estado colombiano.

Finalizada la reunión, Fernando Soto Rojas, Coordinador de Alianzas del PSUV, por acuerdo de las organizaciones políticas, fue el vocero en una rueda de prensa, en la que se ratificó el compromiso colectivo por avanzar hacia el “Polo Patriótico” como espacio para discutir políticamente los diversos temas de interés y encontrar los puntos comunes, como con el caso de Pérez Becerra en el que se declaró que no era considerado por los Partidos políticos como terrorista sino un luchador antiimperialista.

El pasado 16 de mayo, se realizó la tercera reunión, en la que se evaluó la situación política nacional e internacional y se iniciaron los intercambios sobre las visiones de los que debe ser el “Polo Patriótico”, además de acordar métodos básicos de funcionamiento dpara mantener la regularidad de estas reuniones.

Al finalizar esta reunión, Albenis Urdaneta, Secretario Nacional de Organización del MEP, fue el vocero en una rueda de prensa en la que se expusieron los principales acuerdos.

Esfuerzos y frutos

En los meses recientes el PCV ha hecho distintos esfuerzos para que el llamado “Polo Patriótico” no sea una nueva experiencia unitaria fallida.

El 19 de enero, una Comisión del Buró Político del PCV se reunió con una Comisión de la Dirección Nacional del PSUV, integrada por Aristóbulo Istúriz, Blanca Eekhout y Rodrigo Cabezas, en la que los comunistas resaltaron la importancia de que el “Polo Patriótico” no se decrete sino que se construya, y se clarificó que el documento “Líneas estratégicas de acción política” son para la discusión interna del PSUV.

Posteriormente, el 26 de enero, la Comisión del Buró Político del PCV se reunió con el Coordinador de Alianzas del PSUV, Fernando Soto Rojas, en la que se identificaron elementos comunes sobre la visión de que el “Polo Patriótico” se constituya como un frente amplio nacional patriótico.

El 21 de marzo, la Comisión del Buró Político se reunió con otra Comisión de la Dirección Nacional del PSUV, integrada por Nicolás Maduro y Cilia Flores, en la que se les expresó la preocupación por la supuesta constitución de “Polos Patrióticos” en regiones y sectores sociales sin que se haya dado una previa definición colectiva entre las instancias nacionales de las organizaciones políticas y sociales, y que era importante crear las condiciones para iniciar estos intercambios en los que se acuerden las formas de avanzar en el proceso de construcción del “Polo Patriótico”.

Simultáneamente, la Dirección Nacional del PCV ha desarrollado diversos intercambios con Partidos políticos y movimientos sociales nacionales y regionales, en los que se han intercambiado puntos de vista sobre la situación política nacional e internacional y las propuestas sobre la constitución del “Polo Patriótico”.

Una de las reuniones más recientes es la que sostuvo una comisión del Buró Político, encabezada por Oscar Figuera, Secretario General del PCV, con Reinaldo Quijada, Maritza Mendoza y Elizabeth Acosta, de Clase Media Revolucionaria; José Valdivia, de la Asociación Revolucionarios de Redes Patrióticas Socialistas (ARRPAS); Héctor Salas, de “La Comuna”; María Luisa Bernal, de la Red Nacional de Twitteros Socialistas; y, Rafael Nuñez, de Proyecto Dignidad; encontrándose varios puntos de coincidencia, como en la visión crítica con respecto a fallas y debilidades actuales del proceso, compartiendo la necesidad de un espacio donde construir políticas de Estado, con participación de los sectores sociales.

Propuestas del PCV

Luego de varias sesiones de trabajo en los organismos de Dirección Nacional del PCV, habiendo recogido las propuestas que durante más de dos meses hicieron los Comités Regionales y Células de la organización comunista, el 43º Pleno del Comité Central, el pasado 9 de abril, aprobó el documento “Unidad de las fuerzas patrióticas para profundizar la revolución”, que constituye la síntesis de las propuestas del PCV para la discusión con las demás fuerzas políticas y sociales sobre la construcción de lo que se ha dado en llamar “Polo Patriótico”.

Cabe resaltar que el PCV es la única organización que ha presentado públicamente un documento integral de sus propuestas, con sustento histórico y político, con un Programa Mínimo, con definición de Carácter y Objetivos de este espacio, con planteamiento de su Organización y Funcionamiento, clarificando la participación de los partidos políticos y los sectores sociales.

Por la importancia y actualidad de dicha propuesta, se puede encontrar íntegramente en la página Web de Tribuna Popular, mediante el enlace http://www.tribuna-popular.org/index.php/partido-comunista/comite-central/8234-pcv-propuesta-para-la-unidad-de-las-fuerzas-patrioticas-para-la-profundizacion-de-la-revolución


RUMBO AL ESTADO COMUNAL

viernes, 27 de mayo de 2011

COMUNICADO DEL PCV...






PARTIDO COMUNISTA DE VENEZUELA


ANTE LOS DESTROZOS DE IMÁGENES RELIGIOSAS

EL PCV FIJA POSICION A LA OPINION PÚBLICA.

Los destrozos causados a la imagen de la Divina Pastora, y otros símbolos religiosos por parte de personas hasta ahora desconocidas, deben merecer el rechazo de la gente sensata, tanto de Lara, asi como de otras regiones del país.

Para el Partido Comunista de Venezuela (PCV), la conducta asumida por estos sujetos es absolutamente censurable, ya que, pese a las diferencias con el pensamiento religioso, tal posición no les otorga ningún derecho a profanar imágenes, templos, estatuas, etc.

Pensamos en el PCV, que también seria una tremenda irresponsabilidad, lanzar acusaciones a priori contra alguien, cuando apenas se están iniciando las averiguaciones de estos sucesos.

Por otra parte, rechazamos la absurda pretensión de darle un carácter sensacionalista para banalizar este caso, a través de algunos medios de comunicación.

En consecuencia el Partido Comunista de Venezuela (PCV), solicita a los distintos cuerpos de seguridad, que realicen la más profunda investigación al respecto, y que los responsables sean severamente castigados.

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Dip. José Inocencio Galíndez

MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PCV.


RUMBO AL ESTADO COMUNAL